
Calmar la mente
Relajar la mente es el objetivo fundamental que persigue la meditación. Y, desde luego no es una tarea fácil, ya que incluso mientras dormimos estamos sometidos a un incesante parloteo mental que incrementa más nuestro estrés.
Según el objetivo que se persiga, se puede deducir de tres tipos de meditación:
- La contemplativa: dar fuerza a la mente; se basa en la concentración en la respiración, en una luz o en un objeto y tratar de mantener la atención.
- La analítica: sirve para modificar un estado emocional mediante la reflexión y la intuición. Se consigue observando una emoción que nos perturba y generando un estado mental que la contrarreste.
- La creativa: persigue eliminar conceptos limitados de nosotros mismos mediante imágenes, colores, sonidos....
- La Budista: que emplea fundamentalmente la respiración consciente como meditación.
- La Zen: busca el vacío, el desprendimiento de las emociones que perturban para dar paso a la paz interior.
- La Yóguica: ordenar los pensamientos para disfrutar de la dicha interna.
- Buscar un ambiente tranquilo, en el que nadie moleste.
- Vestirse con ropa cómoda.
- Adoptar una postura cómoda
- Escoger un objeto en que centrar la atención: una luz, una flor, un punto en la pared... también se puede buscar un punto de atención interno: la respiración, una oración...
- Si la mente salta de un pensamiento a otro o se distrae fácilmente, se debe devolver al objeto de concentración, pero sin forzar.
- La duración recomendable es de 15-20 minutos al día. Es muy importante la constancia; es más efectivo meditar un poco todos los días que hacerlo durante una hora una vez a la semana.