Lo cierto es que a veces nos dejamos arrastrar por una dinámica muy poco saludable. Lo primero que se debe realizar es un repaso de todos los compromisos que uno se impone. Después, se comienza a prescindir de aquellos que son menos importantes. Organizar el tiempo, delegar y aprender a decir no; no es intentar ser perfecta en todos los ámbitos de la vida, es intentar entre tanto ajetreo disfrutar de un tiempo de ocio gratificante. Indagando he encontrado algunas ideas y consejos que me parecen prácticos para la mente y el cuerpo, que con el tiempo se podrían agradecer.
DESCONECTA.....
El mayor enemigo del relax es la incapacidad para romper con la rutina diaria. Sin embargo, no es difícil desconectar en cada una de las actividades de la vida. El afán de perfeccionismo y el estrés van unidos de la mano. La clave estaría en rebajar las expectativas; aunque los perfeccionistas suelen tener todo muy bien, a cambio viven continuamente en tensión, preocupados, insatisfechos y deprimidos. Las personas que no pretenden tener todo a la perfección son a la larga más productivas y obtienen una mayor satisfacción. Aprender de nuestros errores: el fracaso es una oportunidad para el crecimiento personal, y muy importante recodar siempre que nadie es imprescindible.
EN CASA
Planificar sobre papel las tareas de la semana y establecer prioridades. No sobrecargar los días, ya que se corre el riesgo de no cumplir con lo previsto y sentirse fracasado. Implicar a los demás en las faenas del hogar de forma equitativa.
EN EL TRABAJO
Escribir en la agenda las tareas y diferenciarlas por su urgencia; poner horario y cumplirlo. Programar sólo entre el 50 y 60 por ciento del tiempo y dejar el resto para imprevistos. Controlar el uso de las tecnologías y concentrar las visitas en un horario determinado. Delegar aquellas tareas que no son urgentes y no caer en la tentación de llevar trabajo a la casa.
CON LA PAREJA
Asumir que el tiempo que se tenga para estar los dos juntos es relativamente muy poco (matrimonios con hijos), así que dedicar a disfrutarlo en cuerpo y alma. No hablar del trabajo y evitar las discusiones innecesarias, dedicarse un tiempo exclusivo, sin niños, y disfrutar de las aficiones comunes. Planificar los quehaceres de la casa para que no se conviertan en trabajos forzados que les impida tener momentos de ocio exclusivamente para los dos.
Por otro lado, hay que aprender a decir no, ya que si no se manifiesta el desacuerdo con aquello que resulta perjudicial, se corre el riesgo de cargar con un plus de preocupación que pondría difícil el desconectar. Si se sabe dar una negativa sin sentirse culpable, se ganará tiempo y paz...